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  • And the winner is…

    El director de cine Guillermo del Toro, triunfador en la última gala de los Óscar, hablaba así a los periodistas cuando le felicitaban por sus dos gemelitos, como llama a las estatuillas: “La historia es mucho más larga de lo que pensáis. Mejor preguntadme cuantos golpes me di”. Hacía alusión a los diez años que estuvo penando sin poder filmar una película. En la misma línea se expresaba, hace años otro mito del celuloide, Woody Allen, con su innato sarcasmo: “Me tomó mucho tiempo tener éxito de la noche a la mañana”.

    La paciencia es la actitud que lleva al ser humano a no desfallecer, soportando contratiempos y dificultades, con la confianza de alcanzar un objetivo. La paciencia es tolerancia a la frustración en el momento presente sin caer en la desesperanza ni en el abandono de las metas que se anhelan en un futuro no inmediato. Así, puede decirse que la paciencia es una vertiente de la resiliencia. Como reza un proverbio persa, se parece a “un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces”.

    La prisa, la urgencia y la desesperación son malas consejeras para un emprendedor. Los trayectos suelen consistir en periplos de largo recorrido. La impaciencia y el deseo exasperante de ver rendimiento inminente puede atenazar la mente y bloquear la toma de decisiones. En clave personal, ¿cuántas veces no hemos deseado haber sido más pacientes y esperado más tiempo para tomar alguna decisión que finalmente nos ha perjudicado?

    Una semilla no se convierte en un gran árbol en una semana, se necesitan muchos años para poder gozar de frutos y robusta sombra. Lo mismo ocurre con el emprendimiento. Se necesita tiempo de maduración para que consolide. Cuando empezamos a materializar sueños y proyectos corre por las venas de los emprendedores un fuego que hay que saber controlar. A veces nos atenaza la precipitación.

    Como emprendedores hay que seguir caminando a pesar de todo, haciendo lo que corresponde cada día. Hay que avanzar con paciencia incluso cuando parece que el proyecto no toma fuerza. En realidad, si los pasos están bien dados, es muy posible que el trayecto sea el correcto aunque no se vean resultados inmediatos. La paciencia no es pasividad o resignación: es fortaleza para aceptar con serenidad las pruebas que el camino emprendedor pone a disposición para el continuo progreso. Como emprendedor surgen muchas dudas acerca del futuro del negocio. Armarse de paciencia permite estar concentrado al cien por cien en cada actividad, siendo consciente de cada paso, por insignificante que sea, te acerca al objetivo.

    No todas las personas tienen la virtud de la paciencia, pero afortunadamente es un hábito que se puede cultivar. A medida que  se adopta la práctica del autocontrol y la serenidad ante situaciones que impacientan, más fácilmente se alojará esta acción en el cerebro obligándolo a razonar para tomar decisiones asertivas. Además, la paciencia mejora la capacidad de análisis, al tomar decisiones desde la calma y no desde la impulsividad. También es positiva porque ayuda a enfrentar lo inesperado, de gran utilidad para aventuras emprendedoras. También contribuye a interiorizar un consciente deseo de excelencia. Quiénes mejor que los artistas como ejemplos de perfección labrada en la paciencia que requiere la minuciosidad y mimo de una obra de arte.

    Por último, para un líder, y el emprendedor lo es, la paciencia es una virtud esencial. Permite mantener la calma a su alrededor en momentos de crisis que amenazan el proyecto. Difícilmente un proyecto emprendedor puede resistir el paso del tiempo si no está en manos de una persona paciente. “¡Qué pobres son aquellos que no tienen paciencia! ¿Hay herida que sane de otra manera que no sea poco a poco?” se pregunta Otelo en una de las obras de Shakespeare. ¿Cómo ejercitamos la paciencia en nuestra vida diaria y como emprendedores? Solo si somos capaces de desterrar la precipitación y la ansiedad del logro inmediato estaremos en disposición de ser reconocidos por el Óscar que a buen seguro merece todo emprendimiento.

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