A veces vemos la realidad oscura, triste y pesimista, anticipando desgracias o fracasos mucho antes de que asomen por el horizonte. Procesar la información que recibimos y analizarla de manera errónea o sesgada, como si lleváramos unas gafas con los cristales sucios, es causa de confusión, parálisis y desacierto.
El dicho popular “piensa mal y acertarás” lleva a interpretar los acontecimientos de una manera distorsionada e irreal. ¿Quién no ha sufrido, habitualmente en compañía de la almohada, un pensamiento catastrofista tendente a creer o imaginar el peor escenario posible, aún sin fundamento? Es cierto que la mente, como un dispositivo automático, a veces se prepara para lo peor. Y quizá, en parte, tenga que ser así, pues de lo contrario, envuelta en un iluso optimismo, nuestro pensamiento perdería el estado de alerta.
Para un emprendedor, combatir el pensamiento derrotista y agorero resulta fundamental. Así, en programas anteriores hemos hecho referencia a la necesidad de pensar en positivo, de superar los propios límites, de tener una mirada ambiciosa y soñar con metas altas.
La resiliencia es la capacidad que permite luchar contra la adversidad que supone, también, sobredimensionar limitaciones y cercenar expectativas. Por tanto, es de utilidad, tanto para encarar y superar circunstancias o infortunios ya consumados, como para gestionar y hacer frente a los gigantes en que se convierten, a veces, los molinos de viento. ¡Cuánto tiempo y desgaste emocional invertidos en afrontar problemas que nunca acontecieron!
Profundizando en este aspecto, quizá la clave está en desarrollar el denominado “Locus de control interno”. Este término fue acuñado por el psicólogo estadounidense Rotter en 1966, haciendo referencia a la creencia de que las acciones que uno realiza configuran de forma determinante los resultados que obtiene. En la medida en que el emprendedor desarrolla una fuerte convicción y seguridad en sus habilidades, dismuniye la sensación de dependencia de factores externos que pueden desestabilizar su proyecto.
De hecho, en un magnífico estudio de Evaluación de Capacidad Emprendedora del profesor Sánchez García de la Universidad de Salamanca editado en 2009, señala precisamente el Locus de control interno de Rotter como la primera de las características de una personalidad emprendedora.
Hace unos años conocimos a Julián, un gran emprendedor con negocios en varios sectores tanto a nivel nacional como internacional. Tomando un café irlandés en el receso de una importante Feria del sector inmobiliario celebrada en Madrid confesaba, con afinada sabiduría, cómo había aprendido a controlar y gestionar adecuadamente las múltiples amenazas que nublaban diariamente sus negocios.
Ese día nos sorprendió su increíble serenidad y sosiego…incluso ingiriendo aquel café a temperaturas de magma volcánico, recuerdas Fernando??
No sabemos si dotado de una inigualable inteligencia o preso de una insensata ingenuidad, afirmaba que, en su experiencia, el ochenta por ciento de los aparentes problemas acababan a medio y largo plazo por no aparecer o disolverse antes de su concreción. Sin otorgar a su tesis naturaleza científica, lo importante fue descubrir cómo Julián era capaz de identificar y a continuación desterrar de su mente intimidaciones que a la hora de la verdad no llegaban a concretarse.
¿Con qué frecuencia somos cautivos de la tendencia a adelantar acontecimientos que nos intimidan y paralizan? Nos enseña la psicología que vivir en el futuro es causante de muchas cuadros de ansiedad, pero sobre todo, que representa una merma innecesaria de energía, ilusión y tiempo… Aprendamos a combatir ilusorias adversidades, dimensionándolas o desechándolas a tiempo para disfrutar y vivir las oportunidades que nos ofrece el presente.
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