A quienes nos apasionan los procesos activadores de iniciativas emprendedoras, la relación entre creatividad e inteligencia resulta ser una temática muy atractiva. Es, además, de las más abordadas por la literatura científica y especializada. No en vano, ambas dimensiones son determinantes del éxito.
La manera de relacionarse ha sido y sigue siendo objeto de amplia reflexión y debate. Hasta cinco grandes teorías proponen un diverso abanico de interpretaciones y soluciones. Desde la absoluta dependencia e interacción hasta la ausencia de relación entre ambas.
Más allá de las disquisiciones teórico-conceptuales que dotan de fundamento científico al objeto del análisis, la importancia que creatividad e inteligencia, inteligencia y creatividad, tienen para una persona a punto de enfrentar una experiencia emprendedora es realmente significativa. Incluso a pesar de que su puesta en marcha suceda, en la mayoría de las ocasiones, de forma espontánea y sin excesiva toma de conciencia. Nadie suele parar a pensar si es una u otra la fuente de la que brota una idea o comportamiento.
Su contribución al éxito es vital, porque ambas se proyectan en relación a un entorno, a una idea y a su protagonista. Es la voluntad de la persona emprendedora de desarrollar su proyecto en un hábitat determinado, lo que activa o desactiva cada una de ellas.
Robert Sternberg, Profesor de Psicología de la prestigiosa Universidad de Yale, afirma que, imaginando o conformando entornos nuevos, se requiere la creatividad para crear una visión de cómo deberían y cómo podrían alcanzarse. Por el contrario, cuando se requiere capacidad de adaptación a un entorno que no puede ser modificado, es la inteligencia la principal protagonista.
Los emprendedores no sólo han de desarrollar ambas por igual. También se deben facilitar los espacios que requieren su aparición y activación permanente. No basta con tomar consciencia de que la creatividad es fundamental para marcar la diferencia, para que la visión que desencadenó la puesta en marcha de la experiencia emprendedora tomara cuerpo. Debemos favorecer su entrada en escena. Como afirmara Raymond Cattell, la creatividad requiere de la habilidad para razonar en mayor proporción que de los conocimientos aprendidos, desarrollando con ello su famosa teoría sobre la Inteligencia Fluida y la Inteligencia Cristalizada.
Nuestro amigo Arcángel bien sabe de ello. Nacido en una familia de tradición flamenca, mamó del purismo de un arte ancestral que forma parte del ADN cultural de Andalucía. Con una voz prodigiosa pudo abrirse paso en el mundo del cante, ganando los concursos más prestigiosos del panorama musical, entre los que destaca la Bienal de Flamenco de Sevilla o el Premio Nacional Flamenco Activo.
Sin embargo, su visión de revolucionar el flamenco aportando innovación musical y una nueva manera de interactuar con su entorno, principalmente con otros artistas del gremio, le convierten en uno de los mejores cantaores del momento. Actualmente exporta su arte por todo el mundo, llegando a cantar en teatros tan prestigiosos como el Carnegie Hall de Nueva York, el Teatro Real de Madrid o el Aix-en-Provence de Francia. Las horas de estudio dedicadas a crear y desarrollar el flamenco que él soñaba han dado su fruto. Cuestionándose las barreras forjadas durante cientos de años de tradición, su arte ha logrado cautivar a quienes incluso no eran aficionados al flamenco.
¿Por qué no dejar la inteligencia, como si de un hijo menor se tratara, espacios de esparcimiento y diversión, dotándola de recursos? No cercenen por malentendida seriedad profesional las elucubraciones de la mente en torno a lo que son y a lo que un día visualizaron como futuro deseado. La inteligencia estimulada con la asociación de ideas conexas o inconexas y con ausencia de barreras, es capaz de ir más allá de nuestra propia imaginación.
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